Antonio González Antías
Licenciado en Historia-Paleógrafo
Desde el plano del Gobernador Juan de Pimentel de 1578, la ciudad creció siguiendo la orientación rectangular, en derechura, de sus calles. Tanto en dirección Norte-Sur como en sentido Este –Oeste, Caracas se ampliaba obedeciendo este formato, excepto los casos que por impedimentos naturales o de otra índole ello no fuese posible, como por ejemplo la calle que corre entre las esquinas de Mijares y Las Mercedes, donde es posible apreciar que la iglesia como que estuviese atravesada en el camino, obstaculizando la derechura antes mencionada.
Por supuesto que esta circunstancia urbana y arquitectónica no iba a perdurar por siempre, ya que el crecimiento de la urbe rompería con este molde, dada la construcción de edificaciones y nuevas calles y particularmente avenidas. Sin embargo, se puede admitir que el centro histórico de Caracas ha mantenido esta forma pese a las reformas surgidas por la construcción de nuevas vías y calzadas. Así hoy día, desde una perspectiva aérea es posible corroborar esto observando el espacio existente entre las esquinas de La Pedrera en línea recta hasta La Misericordia (Avenida Universidad) desde aquí –en sentido Sur-Norte- hasta la esquina de Candilito y luego rectamente orientados al Oeste (Avenida Urdaneta) hasta la esquina de Llaguno para bajar al Sur (Avenida Baralt) y reencontrarse con La Pedrera.
Al reducir más este espacio así delineado, podemos señalar lo que hoy es el Centro Histórico de Caracas, ya no solamente por las calles y esquinas que lo conforman ( Traposos, San Jacinto, Madrices, Ibarras, Veroes, Santa Capilla, Carmelitas, Padre Sierra, La Bolsa, San Francisco y Traposos) sino además por las edificaciones existentes en ese cuadrado, de apreciable valor histórico y arquitectónico: Catedral de Caracas, Capitolio Federal, Casa Amarilla, Cine Principal, Plaza Bolívar, Iglesia San Francisco, edificio La Francia, Palacio de las Academias, Casa Natal de Simón Bolívar, Casa del Vínculo, Palacio Arzobispal, Iglesia de Santa Capilla, Hotel León de Oro, Paseo Linares, Hotel El Conde, Cine Continental, Casa del Correo en Carmelitas, Escuela de Primeras Letras, Casa José Martí.
Calles con historia y tradición.
Bastante se ha escrito sobre las esquinas de Caracas,1 pero muy poco de sus calles. Y si bien tenemos que muchos nombres de esquinas hunden sus raíces en un lejano pasado histórico, y aún mantienen su nomenclatura, no ha sido así respecto a las calles que aun cuando en ese mismo tiempo tuvieron nombre, con el correr de los años los perdieron, A veces se nombraban las calles indicando las dos esquinas de su recorrido, de Traposos a Chorro, por ejemplo, o por la existencia de un elemento natural que le era cercano: “la calle que va a Caroata” o “la calle que baja hasta la iglesia de San Pablo”. En algún momento las calles tuvieron nombres. Veamos:
En 1765, bajo el obispado de Diego Antonio Diez Madroñero, las 30 calles caraqueñas de entonces tenían su denominación, que recogían aspectos de la vida de Jesucristo. Algunas de ellas fueron, de Norte a Sur: Encarnación del Hijo de Dios, Nacimiento del Niño Dios, de la Circuncisión y la del Dulce nombre de Jesús. De Oeste a Este: Jesús Nazareno, Cristo Crucificado, Agonía y la del Perdón. Era rígido este Obispo, al extremo que llegó a prohibir la celebración del carnaval en la ciudad, por considerarlo pecaminoso.
El Juncal, La Fertilidad, La Unión, La Primavera, La Agricultura y Los Dolores fueron algunos de los nombres que tuvieron las calles en 1836. Diez años después, la nomenclatura era casi la misma y a las 16 calles que corrían de Norte a Sur y las 17 de Oeste a Este, le fueron agregados otros nombres: Leyes Patrias (Monjas, Principal, Santa Capilla, etc.) De Lindo (todo el recorrido de lo que es hoy la Av. Baralt) Ciencias (Muñoz, Padre Sierra, Gradillas, San Jacinto, etc.) Comercio (El Conde, Padre Sierra, La Bolsa, Mercaderes, La Palma) Margarita (recorrido actual de la Av. Urdaneta) Para 1875, la nomenclatura registra algunos nombres históricos, como Calle Carabobo, Calle Campo Elías y Calle Ricaurte, a los que se agregaron los callejones como el de El Silencio, Penichez, Cruz de La Vega y el de La Trinidad.
Ya en el siglo XX, los planos recogen unos nombres no tan pintorescos, pues las vías se denominarán calles y avenidas, a secas, con la distinción de una orientación cardinal acompañada de un número: Avenida Este, que iniciaba en la esquina de La Torre y culminaba en Quebrada Honda o la Avenida Norte que arrancaba también de la esquina de La Torre y terminaba en Monte Carmelo, esquina aledaña al Hospital Vargas. La calle Oeste 6 y su recorrido: Camejo, Pajaritos, Mercaderes, La Gorda, Aserradero y El Silencio. Aun perdura esta nomenclatura, y usted podrá ver una que otra señalización en los respectivos anuncios. Para el caraqueño esta señalización es como que si no existiera, y persiste en mantener los añejos nombres, bien sea para pautar una cita de negocio o para propiciar un encuentro de amistad o de amor: …”nos vemos en la Catedral”…”te espero en la estación de Gato Negro”… o …”nos encontramos en la ceiba de San Francisco”… son expresiones cotidianas de ayer y de hoy.
Otros lugares, calles y esquinas se observan hacia las barriadas caraqueñas: la urbanización de los Hijos de Dios, en recuerdo del cementerio que con ese nombre se localizaba al Norte de la ciudad, aledaño a lo que es hoy el barrio El Retiro. Más arriba, Los Mecedores como referencia a unos grandes bejucos que pendían de gruesos árboles que sombreaban la quebrada Catuche, y en los cuales se balanceaban los muchachos para darse un chapuzón en aquellas aguas. La subida de Torrero, en La Pastora, cuya inclinación exagerada pone a prueba los pulmones de los vecinos.
La lista contiene nombres tan extraños como: esquina de Cola é Pato, la Vuelta de La Auyama, la Bajada de Los Perros, la subida del Manicomio, esquina de El Solitario y otras tantas que forman parte del ser caraqueño. Es algo propio y tan ligado a nuestra vida diaria, que le da color y dinamismo a ese mismo ser. Porque no es tan sólo el nombre, sino lo que ello contiene, lo que expresa: la esquina de La Bolsa se llama así porque allí se localizó la Bolsa de valores de Caracas; la esquina del Pájaro se le llamó originalmente de La Cagada del Pájaro y a la de El Hoyo se le denominó inicialmente del Hoyo Vicioso. La de la Pelota, debe su nombre a la existencia de un frontón de jai-alai que se localizó allí.
Como se ve, pues, este es un trozo de nuestra historia, de nuestra conciencia de pueblo, y cada día nuevas expresiones se van acomodando al trajín diario, a nuestras perspectivas como comunidad, como ciudad y como país que hoy más que nunca lucha con tesón por la permanencia de nuestra independencia, y nuestra cultura, que defenderemos a todo evento.
1 Sólo por mencionar dos de ellos: La Ciudad de los Techos Rojos de Enrique Bernardo Nuñez y Las Esquinas de Caracas de Carmen Clemente Travieso.
